lunes, 28 de diciembre de 2009

La demiurgia según Hank

Yo lo que quiero es un proyecto.
Y a lo mejor no es un proyecto hiperrealista pero no es una mentira.

Las bases del proyecto no son la confianza, ni la sinceridad, ni el respeto mutuo. Es el amor preadolescente, el amor de antes del sexo, el amor de fantasía, el de-ir-co-gi-dos-de-la-ma-no.
Amor de dos.
Mi proyecto habla de tí y de tus patas flacas sujetando una barriga redonda sobre la que se enredan nuestras manos.
De mañanas de sonrisas con aliento mañanero pero rico, tierno.
Como una cama de pan Bimbo.

Sobre estas bases empezamos a construir la realidad, y entran el respeto y la confianza, el blah, blah, blah. El sexo enrabietado.
los golpes en la cara con jadeo y carcajada.
La saliva y la lujuria.
Los orgasmos.

Mi proyecto habla de compromiso con él mismo.
Compromiso con el proyecto en sí, creer en el whatever works. Un proyecto de acuerdos nuevos, de nuevas normas, de otras posturas.
De otros cuerpos si hace falta.
Si la cosa funciona...

Yo creo en un proyecto pero para creer hay que saber manejar las crisis de fe.
En nuestro proyecto las crisis se superan con miradas a los ojos, con las manos en el otro, con la mejilla en la piel ajena, la nariz donde los brazos se doblan.
En el recuerdo de los proyectos anteriores y repasando los fracasos viejos para superar los obstáculos venideros.

Mi proyecto mola más que yo y que los que me engendraron. Puede que mi proyecto mole incluso más que tú pero yo eso no lo veo. Mis ojos no llegan tan lejos.
Para mí mi proyecto eres tú y mi proyecto sin ti no es nada.

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